lunes, 13 de septiembre de 2010

Por mi y por todos mis compañeros



Entro en el barrio donde vive mi abuela, el mismo donde me dejé la piel de las rodillas y de los codos, donde jugaba a las pistolas y al escondite, donde atentábamos contra Renfe. Recuerdo aquella esquina cerca de la vía del tren donde hacíamos auténticas joyas de la arquitectura chabolera: 2 pallets, 1 lona de plástico, 15 clavos oxidados y 3 piedras.
Ese barrio ya no existe. Las carreteras, los centros comerciales y los pisos han ido comiéndose aquel pedazo de Amazonia en el que nos perdíamos, la fábrica de vidrio tomada por yonkis multigeneracionales y el libre acceso a la vía del tren. Los niños se fueron haciendo mayores y desapareciendo. La Yenka se iba apagando poco a poco sin que nadie pudiera hacer algo.

Pero cual fue mi sorpresa cuando ese Jueves 2 de Septiembre cruzo la pista, y veo un cartel:



Y...recuperé la lata llena de piedras para jugar al escondite, mis coches Majorette, mis GiJoe, mis Playmobil, mis pistolas de agua...

Me dieron ganas de gritar "¡Acuto!" y volver a tener 8 años....

1 comentario:

  1. Últimamente reflexiono mucho sobre la infancia robada a los adultos. ¿En qué momento deja de ser políticamente correcto y socialmente aceptable andar saltando por la calle, hacer volteretas, jugar a la queda, quitarle la goma del pelo a las niñas, correr detrás de los niños y hacer el gamba en general? Creo que si se nos dejara sacar al Peter Pan que llevamos dentro el mundo iría mejor o, al menos, sería más feliz.

    Firmado: Plataforma por un mundo en el que dos veces al mes se nos permita comportarnos como niños.

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